Vitalidad...

Hoy me siento tunecino.
Hoy me siento egipcio.
Y estoy contento, muy contento. Mañana, aya veremos. Pero hoy, puedo vivir de la alegría de dos pueblo que están unidos por un mismo sentimiento y que me han hecho partífipe del mismo.
Y el nexo de unión: la vitalidad.
Una vitalidad transformada en fuerza, en resolución y decisión, en esperanza.
Pues han demostrado que son más fuertes que las armas. Con el único poder de la palabra, la camaradería, la no violencia. Y sí, digo no violencia, pues en estos sucesos, es muy fácil caer en el brutalismo (y no digo que no haya existido, pero ha sido lo menos, pues ya sabemso que perros desquiciados hay en todo lugar y época). No, me refiero que ha primado la madurez, el sentido común, las ganas de vivir y de luchar por un futuro mejor.
Mañana, no sé- Ese futuro, aun está por llegar y nadie, ni el más profeta en su pueblo, podría decir dónde acaba el camino. Lo que es cierto es que en el horizonte se les muestra montañas, díficiles de escalar, pero han conseguido "colocarse los arneses" y hacer que las tormentas que los mantenían encerrados en sus cuchitriles ya no sean de granizo asesino, sino, más bien, ventiscas superables. ¿Qué hay al otro lado de la montaña? No lo saben. Ni siquiera los que vivimos en una "democracia" lo sabemos.
Pero de algo estoy seguro.
Van a intentar subir a la cima. Van a llegar. Y van a seguir adelante.
Porque tienen algo que yo acabo de descubrir: vitalidad.